Cristo Te Ama!!!! |
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LA RECONCILIACIÓN
La reconciliación es uno de los siete sacramentos instituidos por Cristo y con el cual se obtiene el perdón de los pecados cometidos contra Dios después de haberse bautizado, confesando los pecados y pidiendo perdón ante un sacerdote. A través de este sacramento se obtiene la reconciliación con la Iglesia, a quien también se ha ofendido con el pecado.
Después de la Resurrección estaban reunidos los apóstoles, con las puertas cerradas por miedo, y se les aparecó Jesús y les dijo: “La paz con vosotros. Como el Padre me envío, también yo los envío. Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: Recibid al Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedaran perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos”. (Jn. 20, 21-23) Este es el momento exacto en que Cristo instituye este sacramento. Cristo, que nos ama inmensamente, en su infinita misericordia le otorga a los apóstoles el poder de perdonar los pecados. Jesús les da el mandato a los apóstoles de continuar la misión para la que fue enviado; el perdonar los pecados.
A este sacramento se le llama sacramento de “conversión”, porque responde a la llamada de Cristo a convertirse, de volver al Padre y la lleva a cabo sacramentalmente. Se llama de “penitencia” por el proceso de conversión personal y de arrepentimiento y de reparación que tiene el cristiano. También es una “confesión”, porque la persona confiesa sus pecados ante el sacerdote, requisito indispensable para recibir la absolución y el perdón de los pecados graves. El nombre de “Reconciliación” se debe a que reconcilia al pecador con el amor del Padre. Él mismo nos habla de la necesidad de la reconciliación. “Ve primero a reconciliarte con tu hermano”. (Mt. 5,24).
El sacramento de la Reconciliación o Penitencia y la virtud de la penitencia están estrechamente ligados. Para acudir al sacramento es necesaria la virtud de la penitencia que nos lleva a tener ese sincero dolor de corazón.
Este sacramento es uno de los dos sacramentos llamados de “curación” porque sana el espíritu. Cuando el alma está enferma debido al pecado grave, se necesita el sacramento que le devuelva la salud, para que la cure.
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Inmaculado Corazón de María
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